Parece que en la antigua Italia existió la palabra "schiavo" que era una manera de decir adiós, luego quedó abreviado como "ciao" (ciau en genovés) y pasó a nuestro país como "chau" en su modo informal.
"Chau" le agrega fuerza al adiós, como sucede cuando terminamos una amistad o romance.
Los argentinos encontramos la manera de endulzar las despedidas y cuando queremos que todo resulte más suave nos decimos "chaucito".
En el tango Anclao en París, lamenta Cadícamo "Acaso una noche me encane la muerte/ y "chau" Buenos Aires, no te vuelva a ver"
Lo encontré en una revista y me gustó, por eso lo comparto, siempre es lindo conocer los orígenes de todo.
Chaucito, que lo pasen muy bien, hasta la próxima entrada.
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